Creo que uno de los mejores momentos del año es cuando sacamos el árbol
medio adornado porque el año anterior nos cansamos de quitar bolas, y lo
vestimos elegante de nuevo.
Casi puedes ver los regalos a sus pies y recuerdas otras navidades y cosas
que pasaron en ellas.
Como aquella vez que... No recuerdo cuantos años tenía, pero eran pocos y
entonces...
Estaba durmiendo tranquilamente la noche de reyes cuando oí un ruido. Como
un plof. Obviamente me levanté para investigar y recorrí el pasillo hasta el
salón.
La suerte quiso que mis padres estuvieran mirando por la ventana, como si...
como si estuvieran viendo a alguien marcharse. Mis ojos se fijaron en los
bonitos regalos bajo el árbol.
Entonces mi madre se dio cuenta de que estaba ahí y me susurró:
-Vuelve a la cama, que los reyes se acaban de ir, pero pueden volver.
Y yo me fui corriendo de vuelta a mi cama, emocionada por lo que acababa de
vivir.
En realidad los regalos no venían de Oriente, sino del camarote, único lugar
en el que mis padres sabían que no los encontraríamos.
Hay una cosa en la vida sin la que no puedes vivir: Los libros. Y el helado. Pero del helado no se pueden hacer blogs. O sí. Pensaré en ello. Mientras leo. Y escribo. O escribo lo que leo. O mientras como helado mientras leo...