¿Qué recuerdas de tu infancia?
Yo me acuerdo de esas noches en las que a las doce menos algo
mi madre decía, “¡A la cama!” y mi hermano y yo desfilábamos entre quejas hasta
nuestra habitación.
El problema era que nos quedábamos sin ver el final del
capítulo de la serie del momento, ese que al día siguiente todo el mundo
estaría comentando en el patio del colegio. ¡Y eso no era aceptable ni mucho
menos!
Así que tras esperar un tiempo prudencial y siempre de puntillas, me
acercaba a la puerta del salón para por la rendija que queda entre el marco y
la puerta entreabierta, ver esas ansiadas imágenes que no duraban más que unos
cinco minutos. Después corría a mi cama como una loca, creyéndome muy lista
porque no me habían pillado y haciéndome la dormida si a mis padres se les
ocurría entrar en mi habitación.
Años después mi madre me confió que sabía lo que hacía…
En fin, la magia de la infancia.